A pesar de la paranoia por la gripe A, una veintena de amigos se dignaron a pasar a saludarme por mi cumple en el bar. Yo había avisado, en tono irónico, que llevaría alcohol en gel con aloe vera y barbijos para repartir entre los valientes que se atreviesen a cruzar la línea que separa la salubridad de su hogar del infestado mundo exterior. Obvio, el primero en toser iba a morir, siendo previamente desterrado de nuestra taberna espirituosa y nocturna.
Muchos cobardes se quedaron encerrados en sus casas bajo los barrotes invisibles de la mente, perdidos en una sobre-información de ideas ajenas y contradictorias...
A mi no me importaba nada, yo cumplía 30 y había que festejar!!! No venía llevando bien el cambiazo de década y la idea de celebrar tenía el fin de contrarrestar la idea del suicidio. Al mismo tiempo que brindaba, mi inconsciente me fallaba y hacía todo lo que, se suponía, no debía hacer bajo la coyuntura de alerta nacional. Pero las cosas se dieron así y mi ánimo estaba tentando a la suerte: esa noche pasé por tres lugares públicos, intercambié fluidos salivales (la persona en cuestión parecía sanita y rozagante) y saludé a todos con abrazos y besos en la mejilla. Al día siguiente, por si no había hecho lo suficiente durante la jornada anterior, me metí en un teatro atestado de gente a ver un espectáculo de la danza del vientre.
Ya pasaron las 72 hs reglamentarias y me encuentro vivita y coleando, sin ningún síntoma, sin ninguna señal del barba por llevarme en un viaje eterno al más allá.
Sin embargo, mis amigos, los cobardes amontonados bajo el calor de su hogar, a la primera de cambio, yendo para el laburo en el subte se cruzaron con tantos microbios que no sé si estarán sugestionados, pero están todos con fiebre y engripados!!! Pobre gente! Y sí, la vida es una lotería!
Yo la pasé super bien, aparte la adrenalina de estar cara a cara con la muerte me hizo sentir más viva y jovial. Fue como la peli Cocoon, ese elixir que necesitaba para rejuvenecer un lustro y cambiar mi humor.
Gracias gripe A!!!! Mátame cuando quieras, pero déjame morir sintiéndome joven y espléndida!!!
A mi no me importaba nada, yo cumplía 30 y había que festejar!!! No venía llevando bien el cambiazo de década y la idea de celebrar tenía el fin de contrarrestar la idea del suicidio. Al mismo tiempo que brindaba, mi inconsciente me fallaba y hacía todo lo que, se suponía, no debía hacer bajo la coyuntura de alerta nacional. Pero las cosas se dieron así y mi ánimo estaba tentando a la suerte: esa noche pasé por tres lugares públicos, intercambié fluidos salivales (la persona en cuestión parecía sanita y rozagante) y saludé a todos con abrazos y besos en la mejilla. Al día siguiente, por si no había hecho lo suficiente durante la jornada anterior, me metí en un teatro atestado de gente a ver un espectáculo de la danza del vientre.
Ya pasaron las 72 hs reglamentarias y me encuentro vivita y coleando, sin ningún síntoma, sin ninguna señal del barba por llevarme en un viaje eterno al más allá.
Sin embargo, mis amigos, los cobardes amontonados bajo el calor de su hogar, a la primera de cambio, yendo para el laburo en el subte se cruzaron con tantos microbios que no sé si estarán sugestionados, pero están todos con fiebre y engripados!!! Pobre gente! Y sí, la vida es una lotería!
Yo la pasé super bien, aparte la adrenalina de estar cara a cara con la muerte me hizo sentir más viva y jovial. Fue como la peli Cocoon, ese elixir que necesitaba para rejuvenecer un lustro y cambiar mi humor.
Gracias gripe A!!!! Mátame cuando quieras, pero déjame morir sintiéndome joven y espléndida!!!
Creo que la cosa está jodida pero no hay que dejar de vivir, hay que tener respeto y cuidado por la enfermedad, pero no dejar que el miedo domine la vida,si no no hay vida que cuidar.
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