Una noche de sábado, tratando de olvidar a los “ex”, nos fuimos con Juan y Marce de joda al bar. Marce había comenzado a ingerir alcohol a las cuatro de la tarde en un casorio de día. Para las tres de la matina, no sólo tenía el cerebro subido a una calesita sino que su pedo le hacía disparar frases bizarras como estas:
Marce: me estoy suicidando. El otro día vi a mi ex, dice que jamás va a conseguir un pibe como yo: que la traté así de bien, que le sea fiel, que la quiera… Con el paso del tiempo las minas valoran, viste?.
Yo: Sí, suele pasar. Y... ¿hace cuánto que cortaron?. -Pensando en los últimos tres o cuatro meses-.
Marce: Hace dos años -y nuevamente- Me estoy suicidando.
Al mismo tiempo que intentaba suicidarse, mi amigo luchaba por sacarse de encima a una veterana híper tatuada que ni bien lo vio, lo acorraló y le dijo: “vos estas en mi lista” . Por Dios! era una especie de Marilyn Manson en versión femenina! A Marce, tras escucharla, le corrió un chucho de frío por la espalda. La chica en cuestión se le abalanzaba una y otra vez hablándole muy cerca al oído, buscándole la boca. Era tan, tan… pero TAAN insistente que con Juan ya teníamos ganas de echarle fly a patadas. Sin embargo, y a pesar de su pedo atómico, Marce le respondía a la chica del tattoo muy caballerosamente y con una paciencia infinita.
Seguíamos bailando la música retro que pasaban en el mini parquecito de Sonoman. Había más gente que de costumbre, pero igual nos hicimos espacio como para desplegar nuestros pasos de baile. Juan nos abandonó unos segundos para dirigirse al baño y en medio de la marea humana, entre humo y risas hirientes, se encontró, inesperadamente, junto a su Garbanzo.
A pesar de ser una noche sin "ex", éstas parecían estar más presentes que nunca.
"La cagada de Juancito" (Garbanzo 3º parte)
La historia con Garbanzo lleva un buen tiempo. Él por fin había encontrado aquella persona de la cual enamorarse, aquella con quien compartir cines, helados, días de sol y felicidad. Todo muy lindo hasta que... Juancito la cagó! Y sí, es inherente a Juan cagarla siempre, viene con su naturaleza. Un pequeño momento de debilidad lo embrujó y "zas": terminó con otra. Y se la mandó completa, si señor, paso el dato agravante: la había corneado con su ex!
Lo peor es que Garbanzo se enteró (por él) y hace unos cinco meses que lo está castigando.
Cabe aclarar, que si bien Juancito sufre, este padecimiento no le impide seguir disfrutando de su racha con las mujeres.
Me propuse hacer un paréntesis de reflexión y pensar cómo demonios Juancito se las ingenió para ser tan boludo:
"Por lo general, uno en su vida sexual tiene momentos de rachas adorables y otros de amargas sequías. Todo quién haya pasado por este segundo momento sabe valorar bien un período de fortuna con el sexo opuesto. Esos momentos son escasos, escasísimos, por lo que nadie se privaría en aprovecharlos. Lo único que puede opacar tan buenos augurios de placer infinito es el conocer, justo en ese instante, al amor de tu vida. Y ahí mismo te decís: “¡mierda! Pero qué cagada! Uno lo espera una eternidad y justo ahora tiene que venir, justo ahora que la estaba empezando a pasar, tan, taaan bien!?”. Juancito se encontraba en esa encrucijada, la buena fortuna se le había dado por partida doble, entre la vorágine de chicas y el amor de su vida".
Ahora bien, terminado este soplo reflexivo, continúo con el relato:
Fue entonces, sobre el final de una noche de sábado, que Juancito se topó con Garbanzo. Ella, flaca y de tez blanca, meneaba su cabellera negra y brillante. Usaba grandes aros tribales y una musculosa blanca que hacía juego con su sonrisa.
Según Juan, las cosas se dieron más o menos así:
Juan: cuando la vi casi me muero. Aparte yo me había ido al baño muy campante, disfrutando del baile y pensando cuáles serían nuestros próximos pasos en la pista. Cuando al volver, entre la multitud hedionda de cerveza, veo su pelo hermoso y su troupe de amigas. Miré y me dije: “¿me hago el boludo?”, cuando con el rabo del ojo me percaté de que sus amiguitas ya me habían reconocido.
Yo: ¿Entonces?
Juan: y viste como se ponen las minas cuando llega un hombre “importante” en la vida de alguna de las integrantes: se codean, se hacen señas, buscan contacto visual, se echan para atrás, bajan el mentón y esperan a que el hombre haga lo suyo. Yo, aún sin mirarlas, alcé mi cabeza al cielo y gesticulé una frase como “¡a vos te tengo que encontrar acá!” y ahí giré y fui a saludar, y como no me sale de otra manera me quedé pegado a ella toda la noche.
Yo: Bueno, bien. Pero… ¿pudiste solucionar algo?
Juan: Hablamos de todo, nos reímos, pero, para variar, siempre se vuelve al tema de mis cagadas.
Nos quedamos un ratito más. Marce se "dio vuelta", por así decirlo, pero no murió. A pesar del alcohol y de las mujeres, las "ex" se filtran en las mentes de mis amigos como micro organismos latentes, que se manifiestan con mayor fuerza en los fines de semana. Algo así como carteles de neón que brillan por detrás de cualquier escena frente a ellos, o como las ventanitas titilantes de Windows que piden a gritos nuestra atención. Es cuestión de clickear en el botón adecuado y la caja de Pandora se abre con todos sus males y recuerdos.
El desengaño amoroso es algo así como encontrarse en una situación laberíntica, uno no sale cuando quiere con un simple chasquido de dedos. Sentimos dolor y claustrofobia de nosotros mismos y sólo con tiempo, la salida se nos revela como una obviedad, como algo que siempre estuvo ahí, a nuestro alcance, pero que recién ahora nos hallamos preparados para cruzar.
Brindamos por nosotros, por estos momentos y por los que vendrán. Con suerte, pisoteados por ríos de alcohol, sueños eternos y otros métodos analgésicos, los amores negados se verán, algún día, perdidos dentro de aquel laberinto que habremos sabido abandonar.