domingo, 31 de mayo de 2009

Glamour y poder

Nicolás Sarkozy y Carla Bruni conforman una de las parejas más mediáticas y top del momento.
Ella, con su pasado de modelo, siempre hermosa e impecable. Él (un tipo con suerte) petiso y simpático es, ni más ni menos, que el Presidente de Francia.

Bruni, dejó a un costado su lado hippie para unirse al chico de derecha, aunque continua tocando su guitarra criolla y sacando discos.

En los medios se habla más de la relación amorosa que de las políticas de Sarkozy. Cualquier política de gobierno queda opacada por los desesperados flashes mundiales al acecho de una foto de la flamante pareja. Sarkozy, el estratega sensei, ha logrado con su relación un efecto "pantalla" para mantener todas las miradas atentas a los denominados "medios del corazón".

Aquí se los puede ver a ambos de gala en algún tipo de evento:



Mucho más informal y cariñosos:




Y... esta es la foto del escándalo!!! Con esta foto las alertas de peligro se encienden... es que Sarkozy puede estar teledirigiendo un misil a Marruecos y a nadie le va a importar nada de nada!
Pero bueh...es que Sarkozy en la playa...aaaa...sucun-dum, sucun-dum...y con la Bruni... yalala-lala!!!




La otra versión (la tercermundista), acerca de cómo subir el nivel de popularidad sin hacer nada, la dá otro titán de la política. Se trata de nuestro dandy autóctono, el glamoroso Carlos Saúl Me_ _m!! Su ex pareja, la chilena y ex Miss Universo Cecilia Bolocco también posee belleza y glamour; aparte de restarle unos cuantos años al ex mandatario.

Aquí, la versión sudamericana de un amor menos creíble que el protagonizado por los europeos:



Una más informal:


Aaaaa... qué enternecedor... Al fin y al cabo, no tenemos nada qué envidiar al primer mundo, no sólo tendremos trenes balas y cohetes inter-galácticos, también nos podemos jactar de nuestra propio culebrón mediático, el sudaca, el argentino!

Se puede concluir que ellas los buscan grandes, poderosos y ricos. Mientras, ellos las buscan hermosas, jóvenes y elegantes. Pero la clave del meollo es que ellas son una suerte de accesorio que embellece la imagen de los mandatarios haciéndolos lucir ganadores, exitosos y porque no, bellos.

En otro capítulo nos espera la plebeya Máxima (devenida en Princesa) y su Guillermo de Orange. Otro ejemplar, nos vendrá desde España con el casamiento del Príncipe de Asturias y la periodista Doña Leticia. Ambas (Leticia y Máxima), son la encarnación de la Cenicienta moderna.

sábado, 30 de mayo de 2009

"Hablar bien no cuesta un carajo y reporta un beneficio de la gran puta"


Las llamadas "malas palabras" (si es que éstas existen) suelen ser censuradas en la literatura y en los medios de comunicación en general.

Existen quienes piensan que se puede tener una perfecta escritura y reflejar mediante el arte de las letras las mismas sensaciones de angustia, ira e insatisfacción, sin necesidad de recurrir a las "malas palabras"; ya que éstas degeneran nuestro idioma, lo hacen más berreta, lo bastardean.

Sin embargo, yo soy de las que piensan que una puteada dicha en el momento oportuno cobra una fuerza, un vigor y una idea de realidad única e inigualable. No hay sinónimo tal que dé cuenta de situaciones de bronca extrema, sorpresa y desencanto
que el de un insulto bien propinado (como cuando nos agarramos un dedo con la puerta, o cuando nos enteramos que ese hijo de re mil puta nos cagó con otra). No hay manera más pasional y humana de dejar salir nuestros demonios que exorcisándonos con una catarata continúa de groserías bien enunciadas.

Así como creo que son necesarias las "malas palabras" siempre que la situación lo amerite, creo que la utilización de éstas sin ningún tipo de tapujo genera un vocabulario pobre y conlleva a una lectura poco interesante. Las "palabrotas" pierden su fuerza expresiva cuando sólo son utilizadas para ocultar un vocabulario mediocre.


En el 2005, a raíz de un proyecto de ley en EEUU, se quería regular el uso de las malas palabras en los medios de comunicación a través de multas por decir obscenidades al aire. Este hecho generó un fuerte debate. Al respecto, muchos lingüistas y psicólogos sostuvieron que los insultos liberan tensiones y reemplazan la fuerza física. Asimismo, manifestaron que las malas palabras son comunes a todas las culturas y forman parte de todos los dialectos desde tiempos remotos. Maldecir -aseguran- es algo universal en la humanidad. (Más en
este artículo de Clarín).

Por otro lado, en una entrevista a Raúl Castagnino, Presidente de la Academia Argentina de Letras, se le preguntó si se encontraba a favor del uso de las malas palabras en la literatura: "Están en los libros clásicos ¿Cómo me van a molestar?". Y sostiene que el abuso de ellas en situaciones innecesarias es lo que realmente molesta. (Leer más aquí: http://palabrasmalas.blogspot.com/2007_08_01_archive.html).

Y para culminar, el broche de oro a este popurrí de alegatos lo puso el testimonio del negro Fontanarrosa en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, al manifestar lo irreemplazable de la palabra
mierda. El negro decía en tono jocoso que "el secreto está en la `r´ fuerte". Haciendo largar más de una carcajada en la audiencia, Fontanarrosa se preguntó: “¿Por qué son malas las palabras? ¿Les pegan a las otras? ¿Son malas porque son de mala calidad?”. (Leer más aquí y acá).

En fin, el debate se puede extender eternamente pero para mí ya está terminado: me quedo con las puteadas sin lugar a dudas. Y al que piense distinto... va fangulo!!

Este videito español hace apología a la puteada. Lo más!

viernes, 22 de mayo de 2009

Chau Mario...

Murió Mario Benedetti y se me colmó el cuerpo de tristeza. Ni bien me llegó la noticia, me acordé de mi infanto-adolescencia.

A los trece, yo intentaba sacar (vanamente) algún poema potable, digno de ser leído. Me la pasaba escribiendo en un cuadernito poemas híper cursis con los que atormentaba a mi madre. Ella, por suerte (y por madre), me los festejaba.
Pero, lo cierto es que, me frustraba inmensamente tratando de lograr, al menos, un poema parecido a "Rostro de vos" y/o “Corazón coraza". Este último me lo sabía de memoria; aparte de tenerlo transcrito en una libretita donde seleccionaba poemas de autores que iba leyendo como Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Benedetti, Neruda, García Lorca, etc. Los adoraba.

A los catorce o quince, leí “La borra del café” y me enamoré. Me encantó la dulzura de la novela, y esos estallidos de realismo mágico! Y luego, le llegó el turno a “Andamios” y “La Tregua”.

Más tarde, la curiosidad me llevó por otros rumbos. Pero lo que leí, en el momento preciso en que fué leído, me alcanzó para querer a este autor y recordarlo con inmensa ternura. Esa ternura con la que siempre se recuerda el primer amor.

En fin… en un humilde homenaje a Mario, voy a dejar transcrito en mi blog “Corazón coraza” y “Rostro de vos”; esos poemas que tanta mella hicieron en mi infancia.

Hasta siempre Mario!


Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


Rostro de vos

Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.

Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.

Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.

Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.

jueves, 14 de mayo de 2009

Garbanzo II (Sábados sin "ex")

Una noche de sábado, tratando de olvidar a los “ex”, nos fuimos con Juan y Marce de joda al bar. Marce había comenzado a ingerir alcohol a las cuatro de la tarde en un casorio de día. Para las tres de la matina, no sólo tenía el cerebro subido a una calesita sino que su pedo le hacía disparar frases bizarras como estas:

Marce: me estoy suicidando. El otro día vi a mi ex, dice que jamás va a conseguir un pibe como yo: que la traté así de bien, que le sea fiel, que la quiera… Con el paso del tiempo las minas valoran, viste?.

Yo: Sí, suele pasar. Y... ¿hace cuánto que cortaron?. -Pensando en los últimos tres o cuatro meses-.

Marce: Hace dos años -y nuevamente- Me estoy suicidando.

Al mismo tiempo que intentaba suicidarse, mi amigo luchaba por sacarse de encima a una veterana híper tatuada que ni bien lo vio, lo acorraló y le dijo: “vos estas en mi lista” . Por Dios! era una especie de Marilyn Manson en versión femenina! A Marce, tras escucharla, le corrió un chucho de frío por la espalda. La chica en cuestión se le abalanzaba una y otra vez hablándole muy cerca al oído, buscándole la boca. Era tan, tan… pero TAAN insistente que con Juan ya teníamos ganas de echarle fly a patadas. Sin embargo, y a pesar de su pedo atómico, Marce le respondía a la chica del tattoo muy caballerosamente y con una paciencia infinita.

Seguíamos bailando la música retro que pasaban en el mini parquecito de Sonoman. Había más gente que de costumbre, pero igual nos hicimos espacio como para desplegar nuestros pasos de baile. Juan nos abandonó unos segundos para dirigirse al baño y en medio de la marea humana, entre humo y risas hirientes, se encontró, inesperadamente, junto a su Garbanzo.

A pesar de ser una noche sin "ex", éstas parecían estar más presentes que nunca.


"La cagada de Juancito" (Garbanzo 3º parte)

La historia con Garbanzo lleva un buen tiempo. Él por fin había encontrado aquella persona de la cual enamorarse, aquella con quien compartir cines, helados, días de sol y felicidad. Todo muy lindo hasta que... Juancito la cagó! Y sí, es inherente a Juan cagarla siempre, viene con su naturaleza. Un pequeño momento de debilidad lo embrujó y "zas": terminó con otra. Y se la mandó completa, si señor, paso el dato agravante: la había corneado con su ex!

Lo peor es que Garbanzo se enteró (por él) y hace unos cinco meses que lo está castigando.

Cabe aclarar, que si bien Juancito sufre, este padecimiento no le impide seguir disfrutando de su racha con las mujeres.

Me propuse hacer un paréntesis de reflexión y pensar cómo demonios Juancito se las ingenió para ser tan boludo:

"Por lo general, uno en su vida sexual tiene momentos de rachas adorables y otros de amargas sequías. Todo quién haya pasado por este segundo momento sabe valorar bien un período de fortuna con el sexo opuesto. Esos momentos son escasos, escasísimos, por lo que nadie se privaría en aprovecharlos. Lo único que puede opacar tan buenos augurios de placer infinito es el conocer, justo en ese instante, al amor de tu vida. Y ahí mismo te decís: “¡mierda! Pero qué cagada! Uno lo espera una eternidad y justo ahora tiene que venir, justo ahora que la estaba empezando a pasar, tan, taaan bien!?”. Juancito se encontraba en esa encrucijada, la buena fortuna se le había dado por partida doble, entre la vorágine de chicas y el amor de su vida".

Ahora bien, terminado este soplo reflexivo, continúo con el relato:

Fue entonces, sobre el final de una noche de sábado, que Juancito se topó con Garbanzo. Ella, flaca y de tez blanca, meneaba su cabellera negra y brillante. Usaba grandes aros tribales y una musculosa blanca que hacía juego con su sonrisa.

Según Juan, las cosas se dieron más o menos así:

Juan: cuando la vi casi me muero. Aparte yo me había ido al baño muy campante, disfrutando del baile y pensando cuáles serían nuestros próximos pasos en la pista. Cuando al volver, entre la multitud hedionda de cerveza, veo su pelo hermoso y su troupe de amigas. Miré y me dije: “¿me hago el boludo?”, cuando con el rabo del ojo me percaté de que sus amiguitas ya me habían reconocido.

Yo: ¿Entonces?

Juan: y viste como se ponen las minas cuando llega un hombre “importante” en la vida de alguna de las integrantes: se codean, se hacen señas, buscan contacto visual, se echan para atrás, bajan el mentón y esperan a que el hombre haga lo suyo. Yo, aún sin mirarlas, alcé mi cabeza al cielo y gesticulé una frase como “¡a vos te tengo que encontrar acá!” y ahí giré y fui a saludar, y como no me sale de otra manera me quedé pegado a ella toda la noche.

Yo: Bueno, bien. Pero… ¿pudiste solucionar algo?

Juan: Hablamos de todo, nos reímos, pero, para variar, siempre se vuelve al tema de mis cagadas.

Nos quedamos un ratito más. Marce se "dio vuelta", por así decirlo, pero no murió. A pesar del alcohol y de las mujeres, las "ex" se filtran en las mentes de mis amigos como micro organismos latentes, que se manifiestan con mayor fuerza en los fines de semana. Algo así como carteles de neón que brillan por detrás de cualquier escena frente a ellos, o como las ventanitas titilantes de Windows que piden a gritos nuestra atención. Es cuestión de clickear en el botón adecuado y la caja de Pandora se abre con todos sus males y recuerdos.
El desengaño amoroso es algo así como encontrarse en una situación laberíntica, uno no sale cuando quiere con un simple chasquido de dedos. Sentimos dolor y claustrofobia de nosotros mismos y sólo con tiempo, la salida se nos revela como una obviedad, como algo que siempre estuvo ahí, a nuestro alcance, pero que recién ahora nos hallamos preparados para cruzar.

Brindamos por nosotros, por estos momentos y por los que vendrán. Con suerte, pisoteados por ríos de alcohol, sueños eternos y otros métodos analgésicos, los amores negados se verán, algún día, perdidos dentro de aquel laberinto que habremos sabido abandonar.

Garbanzo

Mi amigo Juan estaba conectado en el Messenger y su nick rezaba: “Garbanzo”.

Yo dí por sentado que, siendo el mediodía de un sábado, debía estar preparando unos garbanzos exquisitos. Por lo que me auto-invité al almuerzo:

Yo: y... ¿están ricos los garbanzos?

Juan: eh?!Nooo, ningún garbanzo!

Y, enseguida, me explicó que acababa de llegar de su clase de italiano y que resultó que garbanzo en italiano se escribe “ceci” y se dice “chechi”. Y que ésto, obviamente, le recordó al amor de su vida: Cecilia. Por lo que su nick era una especie de homenaje a ella.

Si bien terminé comiendo alguna cosita fría que, por casualidad, hallé en la heladera (pues, no contaba con ganas de cocinar), se me dibujaba una sonrisa al pensar en el sobrenombre que Juan había encontrado para tener presente a la susodicha. Claramente, un romántico, ridículo, pero romántico.

viernes, 1 de mayo de 2009

Exhibicionismo Cibernético

Tenía unos dieciocho años y mi terapeuta se encontraba un poco perpleja ante la idea de que me hubiese topado con tantos exhibicionistas a lo largo de mi, para ese entonces, corta existencia.

Recuerdo el primer incidente en que un exhibicionista irrumpió en mi vida. Yo tenía unos quince años y con mis compañeras del colegio habíamos ido a festejar el día del amigo a los bosques de Palermo. Éramos como ocho y habíamos planeado alquilar unos biciscafos para pasear por los lagos. El sol en el cielo protagonizaba sin contar con ninguna nube que le hiciese de extra. Las quinceañeras pedaleábamos sonrientes, mientras comíamos algunos de esos copos de azúcar que se consiguen en los puestitos de los alrededores.
Ahí estaba yo, respirando aire fresco y sin mucho de qué preocuparme hasta que, pasando por una curva, miré a un costado y mi sonrisa quedó, instantáneamente, congelada. Me había topado con una imagen que, definitivamente, no encajaba en el resto del paisaje: recostado sobre una palmera, sentado en el pasto, un tipo de camisa hawaiana me miraba realizando gestos libidinosos con su boca: sacaba su lengua, la enroscaba, la sacudía, la guardaba y la volvía a sacar, mientras se hacía una paja a dos manos. "¡Un verdadero asco!" -pensé yo-.

Una vez superado el golpe violento de ese cuadro desagradable, comencé a gritar. Mis amigas, que seguían parloteando ajenas al asunto, me preguntaron porqué chillaba. Yo respondí asombrada: “pero…no vieron eso?! No lo vieron al tipo, ahí contra la palmera que pasamos recién, haciéndose una paja?!”. No sólo no lo habían notado, sino que tampoco se mostraron muy perturbadas por mis comentarios, por lo que me callé y traté de seguir disfrutando del paseo.

Ese sería el primero de una seguidilla de exhibicionistas que se cruzarían en mi camino. Estaba de racha: me los cruzaba arriba del bondi, en el Jardín Botánico, en la entrada del edificio donde pasaba mis vacaciones en Mar del Plata, arriba de los autos y el último, en una parada de colectivo por San Telmo al salir de una fiesta a las cuatro de la mañana.

Por algún motivo mi psicóloga (los psicólogos siempre tienden a escarbar acerca de cuánto hay de nosotros mismos en cada cosa que nos pasa) me quería responsabilizar por lo sucedido, como si yo anduviera por la vida mirando braguetas! Para mí, estaba claro que se trataba de alguna nube negra siguiéndome, mala suerte. Quizás, la explicación se hallaba en el hecho de que las niñas-adolescentes generan (creo yo) una excitación extra en estos pervertidos, ese morbo por corromper la inocencia, vaya uno a saber... De hecho, cumplido mis diecinueve jamás me volví a topar con ningún hombre tan orgulloso de su sexo al punto de querer compartirlo con el resto de la humanidad, y no es que crea que se hayan extinguido.

Hacía mucho que no me preocupaba por esta calaña de individuos hasta ayer; cuando mi prima, de dieciséis años, me contó cómo luego de haber agregado a un chico que no conocía al msn, quedó traumatizada. El sujeto le pidió autorización para una invitación de webcam, a la que ella aceptó. Inmediatamente, la cámara sólo mostraba las partes íntimas del muchacho en cuestión. Éste se zarandeaba de un lado al otro, se meneaba orgulloso de lo que mostraba o provocaba, protegido en el anonimato del chat. Era exhibicionismo de vanguardia!!

El intruso dentro del monitor, nos estaba mostrando cómo las nuevas tecnologías nos modifican en nuestras conductas, en nuestros lenguajes y este chico sin ser la excepción, nos daba una clase de exhibicionismo cibernético. El resultado de esto fue una puteada de mi prima: “aaa...qué lindo papi! ¡Porqué no te vas un poquito a la mierda!". Y lo borró del Messenger.

Evidentemente, no sólo no se extinguieron sino que ahora, vienen informatizados.